domingo, 17 de febrero de 2013

Intercambio de roles


Intercambio de roles

Nadie puede afirmar que filosofía no sea la clase en la que hay que darle más al coco. Al terminar una sesión, los alumnos solemos presentar algún que otro síntoma característico: migrañas, náuseas, alguna que otra jaqueca... Hasta es posible que se haya producido alguna que otra noche de insomnio. Bueno, vale, quizá esté que exagere un poco.

Sin embargo, hay un hecho que es irrefutable. Cualquier estudiante que presta atención en clase (uno que atiende, no uno que se duerme) acaba tremendamente desconcertado. Simplemente, es inevitable. Antes o después, sucede. Obviamente, este fenómeno se debe a que la filosofía es la única asignatura en la que realmente se incita al alumno a preguntarse el porqué de las cosas (de ahí las consecuencias tan aparentemente nefastas).


No obstante, me gustaría proponer un cambio de perspectiva. Es decir, estamos considerando el rol del estudiante, pero ¿y si nos fijamos en el punto de vista del profesor? Imagina que tienes un grupo de, pongamos, 25 personas, mirándote fijamente y sin entender ni una palabra de lo que estás diciendo. ¿Cómo te sentirías? Probablemente, te quedarías con la misma cara de tonto que todos esos chicos que están sentados delante de ti.

Si te paras a pensarlo, siempre va a haber más de un punto de vista posible. En cualquier situación, no importa lo rebuscada que sea. De algún modo u otro y por muy imposible que parezca, alguien ve la realidad de un modo completamente distinto a como lo ves tú.

            La próxima vez que estés en filosofía y tengas la sensación de que no entiendes ni papa, acuérdate de esta entrada y dale vuelta a las tornas. Trata de imaginarte que eres el profesor y después mira a tus compañeros y sus expresiones faciales. Te aseguro que disfrutarás como un enano.


“No solemos considerar como personas de buen sentido sino a los que participan de nuestras opiniones”                     François de la Rochefoucauld

Jorge G.

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